martes, 14 de agosto de 2007

Mas?

En un cine en el que se iba a presentar un estreno, se formó desde temprano una larga cola. Entonces, una viejecita se acercó a la taquilla y la multitud empezó a gritar:
-¡A la cola! ¡A la cola!
La anciana se detuvo un momento y la multitud calló, pero al volver a avanzar, la gente empezó a gritar a coro:
-¡No se cuele! ¡A la cola!
Y así sucedió muchas veces hasta que la viejecita, enojada, se alejó refunfuñando:
-¡A ver ahora quién les vende los boletos!

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Rigoberto entra en la cantina y pide una cerveza. Se bebe la mitad, y la otra mitad se la echa encima al cantinero. En seguida se disculpa diciendo que es una compulsión que tiene desde hace años y que lo avergüenza mucho. El cantinero le responde que vaya a ver al psiquiatra y que no vuelva por allí hasta haberlo hecho.
A los pocos meses vuelve Rigoberto a la cantina y pide una cerveza. Se toma la mitad, y lo demás se lo echa encima al cantinero de nuevo.
-¡Le dije que no volviera por aquí hasta haber ido a ver al psiquiatra! –dice, furioso, el cantinero.
-Ya fui –contesta Rigoberto.
-¡Pues no le ha servido para nada! –brama el cantinero, chorreando cerveza.
-Claro que sí –replica Rigoberto-: ya no me da vergüenza.

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